Auxiliadora, madre nuestra

24/05/2018
Auxiliadora, madre nuestra

(Guadalajara, Jalisco – 24 de mayo de 2018) - No hace falta explicar demasiado el cariño y devoción que Don Bosco tenía a la madre de Jesús, específicamente bajo el título de “Auxiliadora de los Cristianos”.

Pero esta devoción fue construyéndose poco a poco. Comenzaría seguramente con las primeras catequesis que la mamá de Don Bosco daba a su hijo, sencillas, sinceras y en las que siempre habría estado presente la Virgen. Las palabras de Jesús a Don Bosco en el sueño de los 9 años lo demuestran: “Yo soy el hijo de aquella a quien tu madre te ha enseñado a saludar 3 veces al día”. Esa buena semilla germinaría y se desarrollaría durante los años de estudio de Juan Bosco, así hasta pasar por el seminario y llegar a ser sacerdote.

Será cuando Don Bosco comience a ser pastor y educador de los jóvenes cuando la confianza en la intercesión de María se hizo más fuerte y se descubra como “potente auxilio”.

La frase “ella lo ha hecho todo” no se refiere a la actitud de un sacerdote cómodo que esperó a que la Virgen le procurara todo. No. Es en cambio el sentido homenaje de quien trabajó incansablemente por ofrecer una vida más digna, humana y cristianamente hablando, para incontables adolescentes y jóvenes de todo el mundo, el reconocimiento de que en todas sus acciones estuvo presente, como auxilio seguro, la madre de Jesús.

La solemnidad que celebramos hoy es una buena oportunidad para pensar en todo aquello en lo que nos hemos descubierto auxiliados por nuestra más valiosa intercesora ante Jesús.

Esta oración compuesta por Don Bosco y dirigida a María Auxilio de los Cristianos puede ayudarnos a seguir reconociendo el valioso auxilio que como discípulos y misioneros de Jesucristo hemos recibido:

¡Oh María Virgen poderosa!
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia;
Tú, Auxiliadora del pueblo cristiano;
Tú, terrible como un ejército en orden de batalla;
Tú, que sola destruyes los errores del mundo,
defiéndenos en nuestras angustias,
auxílianos en nuestras luchas,
socórrenos en nuestras necesidades,
y en la hora de la muerte,
recíbenos en el eterno gozo.
Amén.

¡Feliz Fiesta!