Con Don Bosco de vacaciones
Martín Lasarte, SDB
26/01/2018
Si bien en muchos países del norte julio y agosto son tiempos de vacaciones para los jóvenes, esos meses también representan una gran oportunidad para el voluntariado misionero. Las experiencias de la Congregación son muy ricas y variadas. Muchos jóvenes dedican alguna semana, incluso meses, a diversos servicios de apostolado, animación, voluntariado o experiencias veraniegas en diversas partes del mundo. De Eslovaquia algunos jóvenes van a Ucrania, Azerbaiyán, Siberia; de la República Checa, a Bulgaria; de Eslovenia, a Angola; de Malta y Austria, a la India; de Italia, a Egipto; de España, a Marruecos; de Estados Unidos, a México.
Pero sobre todo, es dentro de los propios países donde se llevan a cabo las actividades más variadas, como pueden ser los oratorios de verano: en Italia florecen los estate ragazzi; en Austria, los campos Cagliero; en Brasil, la Boscolandia. Otras actividades tienen que ver más con la misión, como las “semanas misioneras” o los Grupos de Animación Misionera (GAM) en San Paulo; la Juventud Misionara Salesiana (JMS) en Uruguay o los Grupos Misioneros (Grumis) en Colombia. En la República Democrática del Congo están activos los Grupos Misioneros que en vacaciones van a las zonas rurales; en Angola, más de cien universitarios van a “hacer misiones” a la zonas olvidadas del país. Y así podemos recorrer toda la Congregación: India, Vietnam, Ghana, Madagascar, Austria, Argentina, Ecuador, México, Venezuela… todos con experiencia semejantes.
¿Y qué es lo que hacen? Las jornadas varían según los diversos contextos. Hay actividades típicas de oratorios diarios, el refuerzo escolar, actividades culturales formativas para jóvenes: grupos bíblicos, formación a los derechos humanos, educación sanitaria, educación afectivo-sexual, animación pastoral de grupos; laboratorios artesanales, teatro, danza, música, campeonatos deportivos. Se realizan visitas a las familias, donde se reza en común, se lee un texto bíblico y se bendice la casa.
El bien que se hace en estas misiones es grande, pero más grande aún es el que se realiza en los corazones de los jóvenes misioneros, provocando una explosión de felicidad que influirá positivamente en su proyecto de vida.
Una vez participamos en una de estas misiones con 30 universitarios angolanos en un lugar verdaderamente difícil: mosquitos, calor, dormir en el suelo, falta de servicios higiénicos, malaria, mucha pobreza. De vuelta a casa, una de las muchachas misioneras, de familia acomodada, me envió un SMS: “Muchas gracias, padre, por haberme hecho conocer dónde está la verdadera felicidad”.
¡Que en vacaciones tengan una feliz misión!